Coro Oficial de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur
Tras la apertura con solista y orquesta, la décima edición del Festival de Ushuaia adquirió el tono de una gran celebración con la gala lírica animada por la soprano Marina Silva y el tenor Duilio Smiriglia, con el acompañamiento al piano de Guillermo Salgado, y el Coro del Fin del Mundo.
El concierto del domingo se inició con Carmina Burana, y su celebérrima “O Fortuna imperatrix mundi”, de Carl Orff. No deja de sorprender la evolución favorable del coro, integrado por profesionales y trabajadores de la ciudad, y el de su preparador, Pablo Dzodan. Aunque faltan ajustes, consiguieron una versión lograda del Coro bocca chiusa (Puccini).
La alternancia entre solistas y coro resultó atractiva. Silva y Smiriglia encantaron con sus interpretaciones de arias de L’Elisir D’Amore, DonPasquale, de Donizetti; La Bohème, Turandot y Gianni, de Puccini; La Viuda Alegre, de Lehàr y La Traviata, de Verdi. Ante un auditorio que saludaba de pie, el dúo y el coro retribuyeron con tres bises: O sole mio, Va, pensiero y El día que me quieras, con acompañamiento del público, bajo la guía de la soprano Miriam Silva.
El programa del lunes por la noche estuvo dedicado al piano, un formato en el que la pianista suiza Luisa Splett -tocó el Concierto para Piano y Orquesta No. 2 de Rachmaninov en la apertura- sonó más segura. De ese modo, se pudo conocer su poderío técnico y sonoro en cada una de las seis piezas interpretadas de Liszt (Nº 1, 2, 4, 5, 6, y 9), de las nueve que integran Años de Peregrinaje.
Sin embargo, falta en su toque algo de calidez. Su cantabile es expresivo aunque su extroversión técnica atenta contra un registro más íntimo, como sucedió en las cuatro piezas de Tchaikovsky, Las estaciones del Año (Enero, Abril, Junio, Noviembre), con las que se había iniciado el concierto.
Con todo, Splett no parece temer al riesgo, e incluyó, entre ambos, Memoir, following a trace of my memory (2013), obra contemporánea de lenguaje accesible, que Alfred Felder (Suiza) dedicó a la pianista. Antes de tocarla, Splett alentó al público a enfrentarse con la música de nuestros días, un gesto inusual en este tipo de festivales.
Fuente: Clarín